Emocionado y breve hasta luego, a Luis Gonzalo
27-09-07
El viernes 21 de septiembre falleció Luis Gonzalo, pediatra del Hospital de Cabueñes, mientras se encontraba de viaje en EE.UU. Nacido en Zamora y licenciado en Medicina en la Universidad de Salamanca, donde llegó a ejercer como profesor de Pediatría, se incorporó al Hospital de Cabueñes en 1975.
El funeral tendrá lugar el lunes 1 de octubre a las 20 horas en la parroquia de La Asunción (Gijón).
Nuestras condolencias a toda su familia, amigos y compañeros del Hospital de Cabueñes, quienes recientemente sufrieron también la pérdida de Benito Otero.
A continuación reproducimos la carta redactada por su compañero José Manuel Fernández Menéndez y publicada en los diarios La Nueva España y El Comercio.
Emocionado y breve hasta luego, a Luis Gonzalo
Hoy se ha muerto Luís Gonzalo. Ayer, Benito Otero. Apenas anteayer, Balbino Díez. Algo antes, Pedro Víctor. Mañana, nosotros. Va pasando el tiempo y la verdad desagradable asoma: envejecer, morir, es el único argumento de la obra.
“La meta es el olvido, yo llegué primero”. Dicen que así rezaba en el epitafio de algún poeta menor. Sin duda, el olvido es la meta; pero, qué lejana, para el pediatra mayor que desde muy joven fue siempre Luis Gonzalo. Los padres de los miles de niños que atendió a lo largo de su prolongado ejercicio profesional se encargarán de desplazarla. Y luego sus hijos. Y con ellos todos nosotros, sus amigos, sus compañeros, sus huérfanos.
Manuel Luis Gonzalo García había nacido el 21 de febrero de 1941 en Guarrate (Zamora). Sus padres, ambos maestros, le faltaron pronto. Cursó el Bachillerato en Zamora y Medicina en Salamanca. En su juventud destacó en la amistad, en los estudios y en los deportes. Fue varias veces campeón nacional universitario de balonmano. Al terminar la carrera ejerció unos años de médico de pueblo, allá por su tierra, en la zona de Alcañices, y simultaneó su trabajo con los estudios de postgrado, especializándose en Pediatría. Ya pediatra, durante un tiempo fue Profesor en la Cátedra de Pediatría de la Facultad de Medicina de la Universidad de Salamanca. En febrero de 1975, obtuvo plaza de adjunto del Servicio de Pediatría de la Residencia Sanitaria “José Gómez Sabugo” de Gijón (actual Hospital de Cabueñes) cuyo Jefe era D. Pedro Víctor Álvarez. Cubre la vacante que acababa de dejar, por trasladarse a Oviedo, el actual Catedrático de Pediatría Serafín Málaga. En ese momento, año 1975, el Servicio de Pediatría tiene por toda plantilla a D. Pedro, a Balbino Díez (ambos ya fallecidos) y a José Luis Coto, ya jubilado. Con la muerte de Luis Gonzalo se desvanece algo del mejor pasado de todos nosotros.
Aquí, en Gijón, Luis Gonzalo se volvió un playu más, gozó y sufrió con el Sporting, multiplicó sus amigos, nacieron sus hijos, trabajó sin descanso. Han sido más de 30 años ininterrumpidos de desbordada generosidad, de incesante actividad pediátrica.
La Medicina es una profesión compleja, mezcla de técnica, de ciencia, de arte. Decía Claude Bernard que la ciencia de un médico, ha de ser la de todos los médicos y que, en cambio, el arte médico, le es propio a cada uno. Luis Gonzalo poseía la ciencia de todos; el arte era patrimonio exclusivo suyo. Nuestros residentes más jóvenes son los más conscientes de esto, por eso son los que más le lloran.
“Curar raramente, aliviar a veces, consolar siempre”. Esta es la antigua divisa de nuestro oficio, por fortuna algo desfasada ya (ahora, curar, está dejando de ser tan raro). Nadie como Luis Gonzalo dominaba el delicado arte –auténtico núcleo duro de la actividad del verdadero médico– del consuelo. Miles de padres han encontrado en Luis Gonzalo el tiempo suficiente para hablar, para callar, para preguntar. Han encontrado la sonrisa exacta, el gesto confiado, la mirada a los ojos, el silencio oportuno, la palabra imposible. Han encontrado la curación, a menudo; el alivio y el consuelo siempre.
Hipócrates gustaba de repetir aquello de: la vida breve, el arte largo, la ocasión fugaz, la experiencia engañosa, el juicio…
Luis Gonzalo se murió de golpe, aún voluntariamente en activo, tras una larga vida profesional, breve para los que le quisimos. La vida breve, pero que largo su arte. Ojalá, en tantos años compartidos, algo se nos haya pegado.
José Manuel Fernández Menéndez